Invierno
El invierno es la estación cuando los árboles parecen descansar, después de recoger sus frutos en el otoño, desprovistos de hojas y con las yemas de mínimo tamaño. A pesar de su aspecto exterior, nuestros almendros sigue trabajando internamente, proveyéndose de todos los nutrientes de los que se ha desabastecido durante los meses previos; sus raíces trabajan sin descanso para extraer del suelo todo lo necesario e incrementar las reservas que el árbol necesita para empezar un nuevo ciclo a principios de primavera.
Durante este tiempo, hacemos podas de despunte para inducir a la ramificación de las ramas principales y permitir que nuestros almendros crezcan en volumen gracias a las ramas colaterales que surgirán en la siguiente primavera. También es el momento de aportar los nutrientes necesarios a la tierra para que estén disponibles en las raíces a lo largo de los próximos meses, utilizamos estiércol de oveja de un aprisco cercano a nuestra finca.
A finales del periodo invernal, cuando las horas de calor se han ido acumulando, el reloj biológico del almendro lanza el mensaje que permite admirar los primeros síntomas que nos indican que pronto las flores cubrirán las desnudas ramas. Los botones florales empiezan a hincharse en los ramilletes de mayo y las yemas vegetativas irrumpen con un minúsculo verdor, anticipando que la primavera está muy cerca y nuestros almendros están preparados para iniciar otro nuevo ciclo vegetativo.